NAVARRA

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domingo, 24 de noviembre de 2013

El encanto de los patios cordobeses





Por Rafael Ángel Angulo

              Mayo es el Mes, en mayúsculas, no hay otro a lo largo del año que pueda hacerle sombra. Los cordobeses lo hacen suyo, tanto que parece como si lo hubiesen inventado. Es el paso previo al verano, que deja tras de sí la primavera, ese oasis intermedio en el que las flores repuntan en su belleza antes de marchitarse, el sol calienta pero no quema, el intenso azul del cielo es recortado por los edificios, los turistas despliegan sus planos y sus ganas de conocer… y ¿Córdoba?

                Córdoba se acicala para dar lo mejor de sí mismo a propios y extraños. Si los habitantes de esta antigua ciudad califal son habitualmente buenos anfitriones, durante este mes se esmeran con el visitante, lo miman, saben que tienen treinta y una oportunidades, en forma de día, para hacerle volver. Un mayo tan intenso que seguramente se necesitan los siguientes once meses para recuperar las fuerzas perdidas: La Cata del Vino, El Concurso de Cruces, la Batalla de las Flores, la Romería de la Virgen de Linares, la Feria de Nuestra Señora de la Salud y el Festival y Concurso de Patios con el de Rejas y Balcones.


La joya de la corona

            Es el Concurso de Patios convocado por el Ayuntamiento, celebrado del 2 al 13 , la joya de la corona de las fiestas cordobesas. En él han participado cincuenta y ocho patios divididos en arquitectura antigua y moderna o renovada,diez de los cuales fuera de concurso por sus características especiales. Es innegable el poder de convocatoria que ejerce el Concurso, pues este año el número total de visitas que ha recibido es de 843.804 a una media de 14.548 por patio. El número de turistas que visitaron la ciudad con el objetivo de conocer los patios fue 28.141, a los que se suman 12.643 con otro propósito pero aprovecharon la ocasión para visitarlos y 29.533 visitantes locales. El impacto económico dejado en la ciudad durante esos doce días se calcula en torno a los 3,3 millones de euros, es indudable el motor financiero que ejerce el evento sobre la economía cordobesa.


Fotografía: Dolores Gutierrez (1º Premio Patios 2009)
Pero no solo de economía vive el hombre, en este caso el cordobés, también del sosiego, de la paz, de la tranquilidad, que todo el casco antiguo de la ciudad trasmite, por cierto de los mayores de Europa. Aunque estos días se ha visto alterado por el ir y venir de los visitantes. La mayoría perdidos entre las laberínticas calles empedradas y adoquinadas, buscando las tres rutas que componen el recorrido de los patios a concurso. Tratando de comprobar en primera persona si es cierto que se puede entrar en residencias particulares para ver la parte más florida de la casa. Atestiguar esa tradición mediterránea en la que se reserva una parte de la vivienda al placer de los cinco sentidos: el olfato con el olor de plantas y flores, el oído con el borboteo del agua, la vista con los colores que mezclan gitanillas, geranios, jazmines, hortensias, claveles…, el tacto de los limoneros y naranjos, y el gusto de poder contemplar todo esto. El patio cordobés que viene de una tradición milenaria donde primero los romanos asentaron una tradición seguida y enriquecida por visigodos, hebreos, cristianos y, muy especialmente, por musulmanes. Que no espere el visitante, tras pasar el zaguán, encontrar bullicio o algarabía, o el tópico toque de guitarra acompañado de cante y baile, todo lo contrario, el tiempo se queda congelado, extasiado, mirando cómo los cuidadores utilizan sus brazos como pinceles sobre el lienzo blanco de las paredes, mientras las macetas hacen de óleo dejando notas de color en un arcoíris vegetal.Como escribe Ricardo Molina, uno de los muchos poetas de la tierra que loaron el emblema de Córdoba: “El patio oye el suspiro de otros días en sus arcos. En las paredes húmedas se estremecen las yedras./Lilas, jazmines y celindas/ tiemblan gozosos en el aire tibio/ bajo el beso fugaz de las abejas;/ pero no saben cómo un día nos amamos”.
El alma de Córdoba
La exhibición de los patios a los vecinos y foráneos arranca sobre 1912, pero es institucionalizada en 1933 mediante un concurso municipal. Abrir las puertas de par en par mostrando la intimidad de los aposentos como una fiesta solo será interrumpida en 1937 y 1938, por la Guerra Civil, en 1940 y 1943, por la penurias de la posguerra, y en 1953 y 1954, por su vinculación a la fiesta de las cruces. De una etapa donde el verde predominaba sobre el resto en el colorido de los patios, con la llegada del siglo XX, el color fue aumentando de tonalidades al extenderse las casas de vecinos ocupadas por una población rural que buscaba en la ciudad nuevos horizontes sin dejar sus raíces. 


Fotografía: Rafael Ángel Angulo
El cuidado de macetas, e incluso árboles y arbustos, se aliaban con una vida sencilla y austera de la que formaba parte fundamental el patio y donde muchos acontecimientos sociales sucedían en sus suelos empedrados. Con la llegada de los noventa en el siglo pasado se potencia el concurso y se aumentan las dotaciones económicas de los premios. Córdoba es consciente que tiene un diamante en bruto al que hay que pulir. La proyección y reconocimiento internacional sebusca con la presentación a la Unesco de los recintos tradicionales cordobeses como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en el año 2011, tras su rechazo por el organismo de las Naciones Unidas se volverá a intentar este año en noviembre en la isla caribeña de Granada. Si algo refleja el sentir de esta ciudad y de sus gentes son los patios, una expresión natural y cosmopolita, a la vez, con cientos de años de tradición en pleno siglo XXI.Como nos recuerda Pablo García Baena, el gran poeta cordobés del Grupo Cántico, “El alma de Córdoba está en sus patios, el patio que surge espontáneo y libre en todos los barrios y que descubrió el maestro Azorín”.


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